Te soñé en mi vida, te viví en mis sueños... Anna Bahena
En el silencio de mi cuarto te busqué y no estabas allí...
y no pude comprender que solo soñé...
que tu voz entrecortada me pedía placer...
y la tibieza de tus labios me hacía volar...
Anoche, mientras dormía comencé a soñar contigo, la verdad, fue algo que no esperaba ni me imaginaba, pero ahí estabas: sonriente y con mucho amor en tu mirada, fue extraño y me sentí raro puesto que en mi subconsciente sabía que después de nuestra última conversación no sabría de ti en mucho tiempo o quizás nunca más, pero qué más da, ahí estabas junto a mí apoyándome en todo lo que me gusta, simplemente ahí estabas: al final de mi clase de danza: ¡Hasta bailabas!, en las visitas a personas muy queridas y cercanas, se notaba en tu mirada mucha tristeza al haberte alejado por tanto tiempo pero me gustabas...¡Ay, como me gustabas! me sentí dichoso de tenerte entre mis brazos, dichoso al poder probar nuevamente esos labios que me habían dejado instantes de plenitud. Simplemente ahí te encontrabas, ¡Siempre a mi lado!, sin importar lo que yo estuviera haciendo me esperabas pacientemente.
Te soñé y todavía no lo creo: fue un momento tan sublime y lo más increíble es que en reiteradas ocasiones desperté, sí, desperté con la ilusión de saber que no era un simple sueño y que, por el contrario, podría encontrarte junto a mí o al menos encontrar tu más reciente mensaje en mi teléfono, pero al final: el mismo resultado ¡Descubrir que estabas junto a mí, pero solo en mis pensamientos! ¿Qué pasa? ¿Si es un sueño, por qué cada vez que cerraba mis ojos todo continuaba? siempre volvía a conectar un instante con otro sin perder el hilo conductor, ese hilo de nuestra historia feliz, esa historia donde el arrepentimiento era un sinónimo en tu ser y por eso yo me decía: No hay nada que disculpar, mi amor es tan grande que es capaz de olvidar todas esas palabras que finalmente dieron una estocada en mi ser, palabras poderosas que dolían, pero que a su vez estaban llenas de verdades, verdades ocultas.
Te soñé y todavía no lo creo: fue un momento tan sublime y lo más increíble es que en reiteradas ocasiones desperté, sí, desperté con la ilusión de saber que no era un simple sueño y que, por el contrario, podría encontrarte junto a mí o al menos encontrar tu más reciente mensaje en mi teléfono, pero al final: el mismo resultado ¡Descubrir que estabas junto a mí, pero solo en mis pensamientos! ¿Qué pasa? ¿Si es un sueño, por qué cada vez que cerraba mis ojos todo continuaba? siempre volvía a conectar un instante con otro sin perder el hilo conductor, ese hilo de nuestra historia feliz, esa historia donde el arrepentimiento era un sinónimo en tu ser y por eso yo me decía: No hay nada que disculpar, mi amor es tan grande que es capaz de olvidar todas esas palabras que finalmente dieron una estocada en mi ser, palabras poderosas que dolían, pero que a su vez estaban llenas de verdades, verdades ocultas.
Al final, tomé tu cara entre mis manos y besé tu frente tantas veces como me fue posible; besé tu boca, tus manos, tus ojos y todo tu cuerpo hasta que mis labios se perdieron en tu piel. Me abrazaste y te hiciste parte exógena y endógena de mi ser, juntos fuimos formando una especie de enredadera entre la piel, rodeados a más no poder sin dejar espacio y subiendo incesantemente, al derecho y al revés adentraste en cada rincón tomando poder en mi existir, ese poder de todo lo que podías ver...